Me asomé a la ventana. La luna llena
brillaba en lo alto de un cielo encapotado, con luz fulgurante, blanquecina,
que emborronaba la esfera entre oscuros nubarrones. A muchos kilómetros un
avión cruzaba en línea recta el horizonte, envuelto en un festival de rítmicos destellos
rojos, naranjas y amarillos. Soplaba una brisa suave, cálida, densa. El viento
olía a verano, y me transportaba el rumor del sonido del televisor de algún
vecino. Se respiraba tranquilidad y turbia somnolencia cuando aún faltaban
algunos minutos para raspar la medianoche.
Hay momentos en los que el tiempo parece pasar más lento. Y con cada segundo pesando un poco más, un poco más pesaban mis pensamientos.
Hay momentos en los que el tiempo parece pasar más lento. Y con cada segundo pesando un poco más, un poco más pesaban mis pensamientos.