13.9.09

Butterfly effect

El transcurso de la vida no suele sucederse, es una compleja red de secuencias de reacciones en cadena que se suceden a causa de cada una de nuestras acciones; por ínfimas que sean.

Nunca sabes si hoy estarías trabajando en esa empresa si dos años atrás no te hubieras parado en medio de la calle a atarte los cordones de las zapatillas, o si ahora conocerías a esa persona si tiempo atrás no hubieras escogido el camino de la izquierda en lugar del de la derecha.

La vida es algo inexacto, algo impredecible, algo, en el fondo, inescrutable. Y es que por ello podemos decir que la vida no es más que la mayor expresión de un sistema caótico y desordenado de sucesos encadenados que derivan en un claro efecto mariposa.

Llaman efecto mariposa a la ampliación por inercia de las consecuencias de una cadena de acciones, desde la pequeña acción inicial hasta la tremenda repercusión de la consecuencia última de dicha cadena, convirtiendo algo minúsculo en algo pantagruélico.
Suelen dar el ejemplo de la mariposa que aletea en algún lugar del mundo y, medio globo terráqueo más allá, crea un huracán que arrasa con todo.

¿Significa eso que debemos sentirnos responsables de aquello que, quizás y sólo quizás ocurre porque nosotros nos atemos los cordones o elijamos pescado en lugar de carne en un menú?
Por supuesto que no.

La vida es un sistema caótico, y probablemente lo que no iniciemos nosotros en un momento dado, será iniciado por otro.
La vida es un sistema caótico y desordenado, pero al fin y al cabo tiene sus propios métodos de auto-regulación del equilibrio natural que permite que, como se suele decir, “las aguas vuelvan a su cauce”.

Al fin y al cabo, todo lo que hacemos acaba derivando en algo millones de veces más grande; millones de veces más importante.
Y pese al caos que es la vida, ese equilibrio que existe hace que, al final, nos sea devuelto lo que nos corresponde.

Pensad bien lo que hacéis, y cómo lo hacéis; pues cualquier día os puede ser devuelto como el eco terrible del alarido de vuestros pasos.

Y es que lo único que podemos saber es una cosa: con estas cosas, nunca se sabe.