[…] Y aunque sabes que quieres hacerlo, lo dejas para otra ocasión.
Es curioso, hay dos formas de pensar; La primera, con el corazón, interpone ante todo nuestros deseos más febriles, nuestros sentimientos e inquietudes, aquello de lo que hablamos cuando decimos que “en el fondo” buscábamos x o y.
Por otro lado pensamos con la cabeza, esto es, fríamente, de forma calculadora, de entre n posibilidades eligiendo la más óptima, reprimiendo aquello que realmente queremos y aquello por lo que realmente lucharíamos.
El problema de todo esto es que el relacionante que existe entre pensar con la cabeza y con el corazón es el “qué dirán”, el “qué pasará”, el “como acabará”…
Nos reprimimos cada vez más al preocuparnos de cuál será nuestra imagen, y es por ello por lo que cada vez pensamos y actuamos más con la cabeza. Pero si bien es verdad que hacerlo así es actuar de forma responsable y de forma políticamente correcta, también lo es que una vida dónde no haya cabida para el corazón no es una vida; en el fondo son los impulsos que nos hacen humanos.
Desátate, déjate llevar, mantén tu postura demostrando que puedes hacer lo que realmente quieres; destruye barreras, muéstrate tal y como eres, tal y como quieres ser, y no tal y como quieren que seas.
No hace mucho leí por ahí una definición que me sobrecogió, la cual decía que ser libre significa que nosotros mismos somos los únicos responsables morales de nuestras acciones. No podría estar más de acuerdo.
Sé libre.